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¿Tener otro hijo para arreglar lo nuestro? El autoengaño afectivo más común en las parejas en crisis.


Introducción


“Si tenemos otro hijo, todo podría cambiar”. Esta frase, que parece surgir del corazón, en realidad suele nacer de miedos profundos, de la desesperación o del intento inconsciente de evitar enfrentar un dolor más profundo: el deterioro del vínculo de pareja. Es común que durante períodos de crisis afectiva, muchas parejas depositen sus esperanzas en eventos externos como mudanzas, cambios laborales o, en casos más trascendentales, la llegada de un nuevo hijo. Este pensamiento se vuelve especialmente problemático cuando la pareja ya tiene hijos, y aún así cree que un nuevo embarazo podría reactivar el amor perdido o reparar el vínculo emocional dañado.


En este artículo, analizaremos esta idea desde la psicología clínica, apoyándonos en conceptos del DSM-5, el manual diagnóstico de referencia en salud mental, y exploraremos qué mecanismos psicológicos subyacen a esta creencia, qué consecuencias puede tener y cuáles son las alternativas más saludables para abordar una crisis de pareja sin dañar ni sobrecargar a los hijos.


¿Qué es el DSM-5 y por qué es relevante en este análisis?


El DSM-5, o Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (por sus siglas en inglés, Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), es una herramienta creada por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) y utilizada mundialmente por profesionales de la salud mental. Su función principal es describir, clasificar y sistematizar los criterios para diagnosticar trastornos psicológicos y de personalidad.


Aunque el DSM-5 no diagnostica decisiones como tener un hijo, sí permite comprender los patrones de pensamiento, personalidad y conducta que podrían estar influyendo en ese deseo, sobre todo cuando este surge en un contexto de desequilibrio emocional, conflictos relacionales o vulnerabilidad psicológica.


Cuando ya hay hijos: la complejidad de buscar "reparar" el vínculo con otro embarazo

Pensar en tener otro hijo como una posible solución cuando la pareja ya tiene hijos añade capas de complejidad emocional. No se trata solo de una nueva vida que llega, sino de las dinámicas internas que ya existen en la familia y que podrían verse aún más tensionadas.


▪ Hermanos que cargan con un mandato invisible


En muchos casos, el nuevo hijo llega a un sistema familiar disfuncional donde los vínculos afectivos ya están resentidos. Inconscientemente, este hijo es cargado con la misión de traer alegría, reconectar a los padres o “reiniciar” la vida familiar. Esto, por supuesto, genera una presión emocional innecesaria sobre el niño.


A la vez, los hermanos mayores pueden interpretar —aunque no se diga con palabras— que su existencia no fue suficiente para unir a sus padres. Esto puede dañar su autoestima y crear rivalidades invisibles desde el inicio.


▪ Un ambiente emocional saturado


El segundo o tercer hijo no llega a un espacio neutro. Llega a una estructura emocional ya cargada, donde hay responsabilidades sin resolver, malestares acumulados y, muchas veces, ausencia de apoyo. Este ambiente puede exacerbar la ansiedad, los conflictos y los sentimientos de culpa o frustración.

¿Qué hacer cuando aparece esta idea?

Cuando en medio de una crisis de pareja surge la idea de tener otro hijo como solución, no debe ignorarse ni reprimirse, pero tampoco idealizarse. Es una señal poderosa de que hay un malestar emocional que necesita ser escuchado, no silenciado con decisiones impulsivas.


A continuación, detallamos algunos pasos prácticos, emocionales y terapéuticos que pueden ayudar a procesar esta idea con mayor claridad y responsabilidad.


1. Reconocer la intención emocional detrás del deseo


Cuando una pareja está enfrentando una crisis y surge la idea de tener un hijo como posible solución, el primer paso es tomarse un momento para reflexionar sobre las motivaciones emocionales que subyacen a este deseo. No se trata solo de considerar si se quiere un hijo, sino de entender profundamente por qué esa idea aparece en la mente de los miembros de la pareja.


Pregúntate lo siguiente:


  • ¿Queremos tener este hijo por amor y deseo genuino de ampliar la familia, o estamos buscando una forma de evitar confrontar los problemas que estamos enfrentando en la relación?

  • ¿Este deseo nace de una visión compartida sobre el futuro, o está basado en la necesidad de salvar lo que parece estar perdiéndose?

  • ¿Estamos buscando un hijo como una forma de mantenernos unidos, o estamos listos para asumir la responsabilidad de criar una nueva vida con total compromiso y amor?


Al responder estas preguntas, se pueden identificar las motivaciones inconscientes que impulsan la decisión. Si la idea de tener otro hijo está vinculada a una esperanza de “salvar” la relación, es probable que estemos tratando de evitar confrontar el dolor subyacente de la crisis. En cambio, si la motivación es el deseo genuino de ampliar la familia, la decisión podría tener una base emocional más saludable. Reconocer estas intenciones es el primer paso para tomar una decisión consciente.


2. Abrir una conversación real con la pareja


Una vez que se ha reflexionado sobre las intenciones emocionales detrás del deseo, el siguiente paso es tener una conversación abierta y honesta con la pareja. Las emociones a menudo pueden estar a flor de piel en estos momentos, y hablar sobre la idea de tener otro hijo no siempre es fácil. Sin embargo, la comunicación clara es esencial para evitar malentendidos y tomar decisiones informadas y responsables.


Para que esta conversación sea efectiva:


  • Habla desde el corazón. Expresa cómo te sientes y lo que piensas sin esconder tus vulnerabilidades. Usa frases como “Yo siento que…”, “Lo que me preocupa es…” para comunicar tus emociones de manera honesta.


  • Escucha activamente. De igual manera, es importante escuchar a tu pareja sin interrumpir y tratar de entender su perspectiva. A veces, el deseo de tener un hijo puede estar relacionado con miedos o inseguridades personales que aún no se han compartido.


  • Hablen de los conflictos reales. No dejen que la conversación se desvíe hacia los detalles de un nuevo hijo como una solución. El objetivo debe ser hablar de la relación y los problemas actuales de manera honesta y respetuosa. Esto permitirá que ambos comprendan las causas profundas que están motivando la idea de un hijo.


  • Reconozcan la importancia de la decisión. Tener otro hijo es una decisión trascendental que afecta a toda la familia. Asegúrate de que ambos estén dispuestos a tomar esta decisión no solo por el bien de la relación, sino porque ambos desean crear una familia más amplia.


Este diálogo puede ser el primer paso para fortalecer el vínculo emocional entre ambos. Si la conversación se lleva a cabo con respeto y disposición para escuchar, puede abrir la puerta a una solución más saludable que simplemente agrandar la familia para “arreglar” el vínculo.


3. Buscar acompañamiento profesional: terapia como contención y claridad


Cuando las emociones se intensifican y las decisiones se vuelven difíciles, es crucial buscar acompañamiento profesional. La psicoterapia no solo es útil cuando todo está “en ruinas”, sino también cuando surgen dudas importantes que requieren una evaluación profunda.


▪ Terapia de pareja


La terapia de pareja puede ser una excelente opción para explorar las dinámicas emocionales que afectan la relación. Un terapeuta especializado en relaciones ayudará a las parejas a comprender los patrones de comportamiento que las mantienen distantes, a mejorar la comunicación y a trabajar sobre los conflictos subyacentes.


Durante la terapia de pareja, el terapeuta puede:


  • Ayudar a identificar patrones disfuncionales en la relación, como la dependencia emocional o la evasión de conflictos.

  • Facilitar la toma de decisiones conscientes sobre el futuro de la relación y la familia.

  • Fomentar la empatía mutua, para que ambos comprendan las necesidades emocionales del otro.

▪ Psicoterapia individual


A veces, los deseos de tener otro hijo surgen de problemas emocionales no resueltos en uno de los miembros de la pareja, como el miedo al abandono, la inseguridad o la baja autoestima. La psicoterapia individual permite trabajar estos aspectos de manera personal, ayudando a cada miembro de la pareja a ganar claridad sobre sus propios deseos y emociones.


La terapia individual permite:


  • Explorar los miedos profundos relacionados con el amor, el apego y el compromiso.

  • Desarrollar autonomía emocional, para que cada persona se sienta capaz de tomar decisiones por sí misma, sin depender de la pareja para sentirse segura o feliz.

  • Reestructurar patrones disfuncionales que puedan estar interfiriendo en la relación y la toma de decisiones.


4. Pensar en los hijos que ya están


Cuando ya hay hijos en la familia, cualquier decisión relacionada con un nuevo embarazo debe ser considerada con especial atención. Los hijos ya presentes también tienen emociones, necesidades y una percepción de la dinámica familiar que debe ser respetada.


Es importante reflexionar sobre lo siguiente:


  • ¿Cómo se sienten los hijos actuales respecto a la relación de los padres? Si ya hay tensiones en el hogar, la llegada de un nuevo hermano podría amplificar esos sentimientos y generar más incertidumbre o confusión en los niños.

  • ¿Cómo se adaptarán los hijos mayores al cambio? Asegúrate de pensar en las emociones de los hijos actuales, en su bienestar psicológico y en cómo este nuevo evento podría afectarlos.



Conclusión


La idea de tener otro hijo como una solución a una crisis de pareja es compleja y cargada de emociones. Aunque puede parecer una manera de restablecer la armonía y el amor en la relación, es una decisión que debe tomarse con mucha cautela. Primero, porque puede poner en riesgo el bienestar emocional de los hijos actuales y segundo, porque puede diluir la necesidad de abordar los problemas subyacentes que afectan la relación.


Es fundamental que las parejas se tomen el tiempo necesario para reflexionar, busquen el apoyo profesional adecuado y prioricen la salud emocional de todos los miembros de la familia. Solo así podrán tomar decisiones responsables, que no solo beneficien la relación, sino que también aseguren un entorno emocionalmente sano para los niños.



Bibliografía


  • Gutiérrez, M. (2013). Psicología clínica aplicada a las relaciones de pareja. Editorial Psicología Actual.


  • García, R. & Pérez, J. (2016). La salud emocional en la familia: Factores clave para el bienestar infantil. Ediciones PsicoSalud.


  • López, V. (2018). La terapia de pareja: Enfoques y técnicas. Editorial Universitaria.


  • American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5). Arlington, VA: American Psychiatric Association.

 
 
 

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